El Equilibrio como Misión

El Equilibrio como Misión

El cuerpo humano esta divido por su centro horizonte (ombligo) en una dualidad perfecta, expresando el día y la noche, la luna y el sol.  Esta dualidad crea cuatro vientos, desde la raíz podemos sentir nuestra tierra, subiendo por nuestros genitales y recorriendo todo el cuerpo esta nuestra agua, en el centro horizontal se encuentra nuestro fuego, el gran templo de luz y en el pecho el viento sagrado, que sube por nuestros pulmones y sale en aliento de vida.

El punto central es el ombligo, imagina como de este centro de tu ser sale un rayo horizontal que te divide en dos fuerzas, del ombligo para abajo tu útero, tu elemento agua, su fluidez recorriendo todo tu ser, la sangre de tu cuerpo cargada de todo lo necesario para darte la vida; aun más abajo esta tu raíz, si! Esa raíz del árbol que contiene generaciones enteras de vida, tu conexión con la tierra, con tu madre, de donde todos venimos y para donde vamos, elemento fuerte, poderoso, rebelde, salvaje. Del horizonte-ombligo para abajo estas dos energías femeninas, agua y tierra recorriendo tu ser, conectadas con la energía de la noche, con el poder de la luna, con sus fases, con sus expresiones. 
Del horizonte ombligo para arriba se encuentran tus dos fuerzas masculinas, justo ahí en el centro de tu ser se encuentra ese templo de luz, tu fuerza de voluntad, tu lugar de la digestión, y ahí no solo digieres la comida, también tus pensamientos, emociones y sensaciones, es el lugar sagrado, que genera energía cuando esta sano, que te da luz y te alumbra cuando tus alimentos y pensamientos son nutritivos. Mas arriba esta el viento, tu respiración,  que oxigena y da vida, que llega a tu cerebro y te conecta con la energía creadora, que te lleva a lo sutil y etéreo. Dos fuerzas masculinas, dos fuerzas solares.

La vida transita en estos complementarios puntos de la balanza, en la luz del día y en la oscuridad de la noche. El sol necesita de la luna y la luna para brillar necesita del sol. Nuestro trabajo es abrazar y reconocer que estamos materializados por estas partes duales de un todo, y que en ellos fluyen los cuatro elementos. El equilibrio es nuestra misión.

Texto: Lucrecia Astronauta 

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